“La historia es la interpretación de la importancia
que el pasado tiene para nosotros”
Johan Huizinga
Al
hacernos la pregunta de para qué sirve la historia, encontraremos respuestas
como las siguientes:
- · Para enterarnos y comprender el trayecto que como especie, nación, o sociedad hemos transitado, ya sea salvando vicisitudes o logrando conquistas, hasta llegar a la actualidad (de donde venimos).
- · Para saber a donde nos dirigimos (nuestro destino).
- · Para entender lo que nos pasa en el presente como resultado del pasado.
- · Para conocernos a través del dominio de los hechos que han dado forma a nuestra cultura.
- · Para enmendar los errores cometidos en el pasado.
En
términos de nación el pasado no muere, es herramienta que nos ayuda a
sobrevivir como especie, como nación, como sociedad. Por eso nuestra historia
debe ser del conocimiento de todos los connacionales. Pero sucede que en los
últimos años hablar de nuestra historia no es muy socorrido en los estamentos
oficiales de carácter educativo y cultural.
Los
problemas de la República Dominicana ocasionados por la interminable,
persistente y taimada actitud haitiana de cada día más estimular a la mayor
cantidad de nacionales de esa nación, a traspasar la descuidada frontera con
nuestro país viene desde hace casi 2 siglos, y lejos de tener una solución, se
han incrementado en los últimos 8 años hasta un punto que, con los que ya están
de este lado (es duro tener que decirlo), habrán de ser extremadamente arduos
los esfuerzos diplomáticos para conseguir una vuelta atrás.
En
una entrada de nuestro blog Las 5 “D”, nos referíamos en el sentido de que si
tenemos claro los hechos de nuestra historia, analizándolos, podremos
comprender las situaciones vividas por el país, lo que nos servirá de base en
nuestra preparación para enfrentar coyunturas de igual naturaleza. Es así que
entendemos que existen una gran cantidad de hechos históricos de nuestra vida
como nación libre que nunca debemos olvidar y otros que debemos siempre
recordar, los que ya habíamos enumerado antes, pero lo traemos a este artículo
para que hagan mella en nuestra conciencia patriótica:
Por
ejemplo, los dominicanos no debemos nunca
olvidar nuestras épocas desgraciadas, ni nuestras glorias patrióticas. No
debemos nunca olvidar la Invasión
haitiana de que fuimos objeto en 1805, con el propósito de hacer la isla “una e indivisible”; las atrocidades
cometidas por las tropas invasoras en su avance hacia Saint Domingue, en Las
Matas, San Juan de la Maguana y Azua; la política de “Tierra Arrasada” puesta
en práctica por invasores haitianos en su retirada hacia Haití; los degüellos
de Moca y de Santiago, y los incendios de otras ciudades y hatos.
Los
dominicanos no debemos nunca olvidar
la invasión haitiana de Jean Pierre Boyer en 1922, al mando de un ejército de
12,000 hombres, que subyugó por 22 largos años al Pueblo Dominicano; la
prohibición del gobierno de Boyer, a todos los dominicanos de dedicarse al
intercambio comercial, permitiéndosele sólo a los extranjeros y ciudadanos haitianos;
la prohibición del uso del español en los actos y documentos oficiales; el
cierre de la universidad nacional; y el reclutamiento militar en el ejército
haitiano de todos los jóvenes. Los dominicanos no debemos nunca olvidar las confiscaciones de terrenos y bienes a los
propietarios dominicanos y a la Iglesia Católica.
En
cambio, los dominicanos debemos siempre
recordar la heroica defensa de nuestro territorio, llevada a cabo por las
tropas comandadas por el Capitán Fernando Tavera en La Fuente del Rodeo; la
derrota infligida por dos batallones, uno capitaleño y otro banilejo comandados
por Manuel Mora y Manuel de Regla Mota respectivamente, a la vanguardia del
General Souffrant en Las Hicoteas el 18 de Marzo de 1844; la derrota infligida
por nuestras tropas a los haitianos en
la Batalla del 19 De Marzo en Azua.
Los
dominicanos debemos siempre recordar
las actuaciones heroicas de nuestras tropas en El Memiso, las cuales hicieron
retroceder de nuevo a Azua a las tropas haitianas; la Batalla naval de
Tortuguero, el 15 de abril de 1844 en la que las naves dominicanos hicieron
batirse en retirada un bergantín y una goleta haitianas; la Batalla del 30 de
Marzo en Santiago, donde las tropas de José María Imbert ayudadas por Los
Andulleros de Fernando Valerio obtuvieron una contundente victoria frente a las
tropas haitianas comandadas por el General Pierrot.
El
Gobierno, de una vez por todas debe dejar esta actitud complaciente con
aquellos que buscan hacer desaparecer los vestigios de nuestra gloriosa historia
patria, y hacer los esfuerzos que sean necesarios para que los dominicanos
recordemos siempre el sacrificio de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón; así como
el de todos aquellos héroes que a través de la historia han defendido nuestra
independencia y soberanía.
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