Para abordar el tema que nos describe
el título de esta reseña, tenemos que acercarnos a las culturas de la
antigüedad, en algunas de las cuales existieron manifestaciones que se pueden
equiparar con las del Estado moderno, claro está, aquellas con la simplicidad
de su propia condición primaria. Y es que el hombre, en las condiciones de la
naturaleza, en la cual le acechaban múltiples peligros, necesitó agruparse para
darse protección y ayuda en las labores diarias, por lo que es de suponer que
para ello debió de darse una organización de la que resultara la repartición de
funciones. Es a esta manifestación humana que se conoce como el Estado primario. Se asume que luego de
este agrupamiento surgió la Institución de la familia. A esta manifestación
estatal, pertenecieron organizaciones sociales primitivas como la horda, el clan y la tribu, en
este orden.
Existen diversas teorías referidas
al surgimiento de estos estados primarios que consideran desde el porqué del mismo hasta el como surgieron. Sin embargo en este
pequeño informe no vamos a referirnos en detalle a tales teorías. La existencia
de estos estados se ubica desde los años 5000 a. C.. Lo que ahora nos concierne
es la relación de dominación existente desde estas organizaciones sociales,
donde los primeros jefes aparecieron como resultado de la mayor fortaleza de
algunos de los miembros de la agrupación sobre los demás. De igual modo, el
poder era ejercido por aquellas familias que tenían el control del templo, y
así fueron apareciendo los primeros cargos administrativos y los encargados de
la Defensa de la ciudad que era el Jefe Militar, quien era la única persona a
la que se le encargaba la misión de garantizar la independencia política y
militar. Es así como a medida que fueron creciendo el territorio, la población
y el excedente agrícola, fue creciendo también el poder de tales jefaturas. Ya
estas necesitaban de elementos bélicos aptos para ejercer la coerción y la
coacción, tanto a lo interno de su territorio como a lo externo, donde existían
a su vez otras jefaturas. Comienza así un proceso de jerarquización,
sometimiento a los demás miembros del grupo, y la conquista de nuevos estados
primarios vecinos.
Luego surge otro tipo de organización
social conocida como Estado Primitivo,
que se diferencia de los primarios en que aquellos no mostraron autonomía en su
formación sino que lo hicieron en interacción con otros estados, o como
resultado de la desintegración o atomización de un estado de existencia
anterior. Dentro de estos podemos mencionar los Estados Medievales en los que
el sistema impuesto era el feudo, el cual centralizaba el gobierno en señores
que detentaban el poder en su región, los cuales entregaban al Rey, una parte
importante de los productos del trabajo de la clase más baja. Este tipo de
estado contaba con una economía prominentemente agrícola y pecuaria, y se
basaba en diferentes clases sociales. En estas posesiones de los Señores
Feudales, existían aparato fiscal, militar y de administración de justicia.
Por último, llegamos al llamado
Estado Moderno, cuyo proceso de formación inicia entre los siglos XIV y XV,
cuando los monarcas retoman y centralizan su poder, llevando a cabo importantes
cambios en la forma de gobierno, el ejercicio del poder, y la búsqueda de
expansión territorial, a través de la formación de ejércitos poderosos que los
preparara cada vez más para enfrentar a otros estados. De igual manera la
economía de estos fue transformándose y haciéndose más compleja. Estos son los
conocidos como Ciudades-Estados, que se apoyaban en sus instituciones
políticas, económicas y militares, los cuales afirmaban su autoridad en la
coerción y la fuerza. Sin embargo en estos estados, tales instituciones eran
regenteadas por personas capacitadas y notables.
Ya los ejércitos no pertenecían a
los feudos, sino que eran estatales y los componentes estaban dotados de
condiciones profesionales que le garantizaba permanencia. Estaban misionados
para la seguridad interior y exterior del estado y era el principal factor de
dominación del monarca por lo que cada vez más este se preocupó de irlo
modernizando. De igual manera, los soldados y oficiales de estas fuerzas eran
dotados de cierto poder que los motivaba a rendirle lealtad al monarca. Para
tener una idea de la concepción imperante en aquellos tiempos sobre el poder de
que se dotaba a los ejércitos, veamos un fragmento de “El Príncipe” de Nicolás
Maquiavelo:
“Al armar un gobernante a sus súbditos estas armas se convierten
en sus propias armas. Los sospechosos se tornan fieles. Los fieles se mantienen
en su fidelidad. Los sumisos se transforman en partidarios de su gobierno. Pero
como el gobernante no puede armar a todos los súbditos, él puede actuar con
mayor seguridad con los armados, que reciben un favor, que con los que continúan
desarmados. Los armados se sienten distinguidos, deudores del gobernante. Se le
adhieren más, los expone a mayores peligros y los hace contraer mayores
obligaciones”.
Así llegamos a los estados modernos
contemporáneos, pero no podemos dejar de lado que como hemos venido viendo, el
poder es inherente a los mismos, pues es por su medio que se efectúa el fin de
aquellos, a través de sus mandatos y funciones. Tal poder a través de la
historia ha sido concebido de diferentes formas, por ejemplo, con una visión
absolutista, mediante la cual se concibe al estado con poder sin límites, a fin
de que se garantice la seguridad, el orden y la paz. Por otro lado también ha
existido una concepción liberal del poder del estado con una idea que concibe
al poder como residente en el pueblo, con la facultad de destitución de las
autoridades constituidas.
El poder del Estado viene a ser el
poder público, sin el cual no podría funcionar la maquinaria que mueve a los
grupos sociales que conviven en un territorio cualquiera, pues sin el mismo no
existirían normas ni orden que posibiliten la coexistencia de la raza humana.
Esto se traduce en “ejercicio del poder”.
Tal ejercicio se lleva a cabo en el estado mediante la puesta en práctica de la
teoría de la separación de poderes en legislativo,
ejecutivo y judicial. Mediante los dos primeros, podemos decir que se
ejerce el poder político en el Estado, siempre de conformidad con la
Constitución Política.
Como hemos visto hasta ahora, desde
el Estado Primario existieron los encargados de defender al grupo de los
ataques de otros, lo que devino más adelante en ejércitos al servicio de los
reyes o monarcas, hasta nuestros días en los que las Fuerzas Armadas son las
encargadas de la llamada Defensa Nacional,
esta como parte de la Seguridad
Nacional.
Debemos recordar que en la primera
entrada de este blog, estuvimos hablando sobre las amenazas al estado, tanto
las tradicionales como las nuevas
amenazas, que son aquellas que pueden poner en peligro el logro de los
objetivos nacionales, que tales amenazas afectan los niveles de seguridad del
Estado. Como ya habíamos expresado,
las autoridades nacionales utilizan las Fuerzas Armadas en sus nuevos roles,
para contrarrestar tales amenazas, como parte de toda una estrategia de
fortalecimiento de la democracia, de la gobernabilidad y del desarrollo
económico y social.
También recordaremos que el Poder
Nacional, cuenta con cinco expresiones, dentro de las cuales, la expresión
militar y los organismos de fuerza pública, son los encargados de ejercer la
coacción como elemento de la violencia
legítima de que está investido el estado para la consecución de sus fines.
En el caso del Estado Dominicano, la
Constitución de La República Dominicana dedica su Título XII a Las Fuerzas
Armadas, La Policía Nacional y La Seguridad y la Defensa. Establece esta
normativa, que la defensa de la nación está a cargo de las Fuerzas Armadas
(Art. 252) y en su acápite uno (1) la misiona para defender la independencia y soberanía de la Nación, la integridad de
sus espacios geográficos, la Constitución y las instituciones de la República.
Asimismo, el acápite dos (2), establece que podrán
intervenir cuando lo disponga el Presidente de la República en programas
destinados a promover el desarrollo social y económico del país, mitigar
situaciones de desastres y calamidad pública, concurrir en auxilio de la
Policía Nacional para mantener o restablecer el orden público en casos
excepcionales; entre otras disposiciones.
Hasta
nuestro próximo tema queridos lectores….