domingo, 21 de julio de 2013

La Intríngulis del Estado, el Poder y la Defensa.-



            Para abordar el tema que nos describe el título de esta reseña, tenemos que acercarnos a las culturas de la antigüedad, en algunas de las cuales existieron manifestaciones que se pueden equiparar con las del Estado moderno, claro está, aquellas con la simplicidad de su propia condición primaria. Y es que el hombre, en las condiciones de la naturaleza, en la cual le acechaban múltiples peligros, necesitó agruparse para darse protección y ayuda en las labores diarias, por lo que es de suponer que para ello debió de darse una organización de la que resultara la repartición de funciones. Es a esta manifestación humana que se conoce como el Estado primario. Se asume que luego de este agrupamiento surgió la Institución de la familia. A esta manifestación estatal, pertenecieron organizaciones sociales primitivas como la horda, el clan y la tribu, en este orden.

            Existen diversas teorías referidas al surgimiento de estos estados primarios que consideran desde el porqué del mismo hasta el como surgieron. Sin embargo en este pequeño informe no vamos a referirnos en detalle a tales teorías. La existencia de estos estados se ubica desde los años 5000 a. C.. Lo que ahora nos concierne es la relación de dominación existente desde estas organizaciones sociales, donde los primeros jefes aparecieron como resultado de la mayor fortaleza de algunos de los miembros de la agrupación sobre los demás. De igual modo, el poder era ejercido por aquellas familias que tenían el control del templo, y así fueron apareciendo los primeros cargos administrativos y los encargados de la Defensa de la ciudad que era el Jefe Militar, quien era la única persona a la que se le encargaba la misión de garantizar la independencia política y militar. Es así como a medida que fueron creciendo el territorio, la población y el excedente agrícola, fue creciendo también el poder de tales jefaturas. Ya estas necesitaban de elementos bélicos aptos para ejercer la coerción y la coacción, tanto a lo interno de su territorio como a lo externo, donde existían a su vez otras jefaturas. Comienza así un proceso de jerarquización, sometimiento a los demás miembros del grupo, y la conquista de nuevos estados primarios vecinos.

            Luego surge otro tipo de organización social conocida como Estado Primitivo, que se diferencia de los primarios en que aquellos no mostraron autonomía en su formación sino que lo hicieron en interacción con otros estados, o como resultado de la desintegración o atomización de un estado de existencia anterior. Dentro de estos podemos mencionar los Estados Medievales en los que el sistema impuesto era el feudo, el cual centralizaba el gobierno en señores que detentaban el poder en su región, los cuales entregaban al Rey, una parte importante de los productos del trabajo de la clase más baja. Este tipo de estado contaba con una economía prominentemente agrícola y pecuaria, y se basaba en diferentes clases sociales. En estas posesiones de los Señores Feudales, existían aparato fiscal, militar y de administración de justicia.



            Por último, llegamos al llamado Estado Moderno, cuyo proceso de formación inicia entre los siglos XIV y XV, cuando los monarcas retoman y centralizan su poder, llevando a cabo importantes cambios en la forma de gobierno, el ejercicio del poder, y la búsqueda de expansión territorial, a través de la formación de ejércitos poderosos que los preparara cada vez más para enfrentar a otros estados. De igual manera la economía de estos fue transformándose y haciéndose más compleja. Estos son los conocidos como Ciudades-Estados, que se apoyaban en sus instituciones políticas, económicas y militares, los cuales afirmaban su autoridad en la coerción y la fuerza. Sin embargo en estos estados, tales instituciones eran regenteadas por personas capacitadas y notables.



            Ya los ejércitos no pertenecían a los feudos, sino que eran estatales y los componentes estaban dotados de condiciones profesionales que le garantizaba permanencia. Estaban misionados para la seguridad interior y exterior del estado y era el principal factor de dominación del monarca por lo que cada vez más este se preocupó de irlo modernizando. De igual manera, los soldados y oficiales de estas fuerzas eran dotados de cierto poder que los motivaba a rendirle lealtad al monarca. Para tener una idea de la concepción imperante en aquellos tiempos sobre el poder de que se dotaba a los ejércitos, veamos un fragmento de “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo:

“Al armar un gobernante a sus súbditos estas armas se convierten en sus propias armas. Los sospechosos se tornan fieles. Los fieles se mantienen en su fidelidad. Los sumisos se transforman en partidarios de su gobierno. Pero como el gobernante no puede armar a todos los súbditos, él puede actuar con mayor seguridad con los armados, que reciben un favor, que con los que continúan desarmados. Los armados se sienten distinguidos, deudores del gobernante. Se le adhieren más, los expone a mayores peligros y los hace contraer mayores obligaciones”.

            Así llegamos a los estados modernos contemporáneos, pero no podemos dejar de lado que como hemos venido viendo, el poder es inherente a los mismos, pues es por su medio que se efectúa el fin de aquellos, a través de sus mandatos y funciones. Tal poder a través de la historia ha sido concebido de diferentes formas, por ejemplo, con una visión absolutista, mediante la cual se concibe al estado con poder sin límites, a fin de que se garantice la seguridad, el orden y la paz. Por otro lado también ha existido una concepción liberal del poder del estado con una idea que concibe al poder como residente en el pueblo, con la facultad de destitución de las autoridades constituidas.

            El poder del Estado viene a ser el poder público, sin el cual no podría funcionar la maquinaria que mueve a los grupos sociales que conviven en un territorio cualquiera, pues sin el mismo no existirían normas ni orden que posibiliten la coexistencia de la raza humana. Esto se traduce en “ejercicio del poder”. Tal ejercicio se lleva a cabo en el estado mediante la puesta en práctica de la teoría de la separación de poderes  en legislativo, ejecutivo y judicial. Mediante los dos primeros, podemos decir que se ejerce el poder político en el Estado, siempre de conformidad con la Constitución Política.

            Como hemos visto hasta ahora, desde el Estado Primario existieron los encargados de defender al grupo de los ataques de otros, lo que devino más adelante en ejércitos al servicio de los reyes o monarcas, hasta nuestros días en los que las Fuerzas Armadas son las encargadas de la llamada Defensa Nacional, esta como parte de la Seguridad Nacional.

            Debemos recordar que en la primera entrada de este blog, estuvimos hablando sobre las amenazas al estado, tanto las tradicionales como las nuevas amenazas, que son aquellas que pueden poner en peligro el logro de los objetivos nacionales, que tales amenazas afectan los niveles de seguridad del Estado. Como ya habíamos expresado, las autoridades nacionales utilizan las Fuerzas Armadas en sus nuevos roles, para contrarrestar tales amenazas, como parte de toda una estrategia de fortalecimiento de la democracia, de la gobernabilidad y del desarrollo económico y social.

            También recordaremos que el Poder Nacional, cuenta con cinco expresiones, dentro de las cuales, la expresión militar y los organismos de fuerza pública, son los encargados de ejercer la coacción como elemento de la violencia legítima de que está investido el estado para la consecución de sus fines.

            En el caso del Estado Dominicano, la Constitución de La República Dominicana dedica su Título XII a Las Fuerzas Armadas, La Policía Nacional y La Seguridad y la Defensa. Establece esta normativa, que la defensa de la nación está a cargo de las Fuerzas Armadas (Art. 252) y en su acápite uno (1) la misiona para defender la independencia y soberanía de la Nación, la integridad de sus espacios geográficos, la Constitución y las instituciones de la República. Asimismo, el acápite dos (2), establece que podrán intervenir cuando lo disponga el Presidente de la República en programas destinados a promover el desarrollo social y económico del país, mitigar situaciones de desastres y calamidad pública, concurrir en auxilio de la Policía Nacional para mantener o restablecer el orden público en casos excepcionales; entre otras disposiciones.



                                                Hasta nuestro próximo tema queridos lectores….

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