Según
la Real Academia Española, el vocablo invadir
se refiere a irrumpir; entrar por la fuerza; ocupar anormal o irregularmente un
lugar; o entrar injustificadamente en funciones ajenas. De ahí resulta, que donde
se entra por la fuerza, de manera anormal, irregular o injustificadamente, se
está ejerciendo violencia. Por lo tanto, lo violento, es contrario a lo pacífico.
En
los momentos actuales, gran parte de la Comunidad Internacional, conocedora
hasta la saciedad de la historia de los Estados dominicano y haitiano, y de sus
conflictos territoriales y fronterizos, viene actuando con gran
irresponsabilidad, pues tratan de ignorar el pasado de la isla y quieren llevar
el pretendido desconocimiento al ánimo internacional.
Esta
actuación irreflexiva, no tiene otra finalidad que no sea la histórica conjura
existente, de lograr la fusión de los dos países que ocupan la Isla La
Española. Digo que tratan de parecer ignorantes del pasado, porque los anales,
en el caso de los Estados en conflicto, y sus territorios, están sobradamente
documentados desde la llegada del Almirante al “Nuevo Mundo”, y principalmente,
desde los tiempos de las colonias española y francesa, cuando aún no existían
las repúblicas haitiana y dominicana.
Pero
la invasión, inducida, conocida, y organizadamente desordenada por organismos
internacionales, organizaciones no gubernamentales, y países interesados en tal
despropósito; violenta nuestras leyes migratorias, violenta nuestra frontera,
violenta todo el historial de acuerdos y tratados internacionales llevados a
efectos entre los dos Estados, además de violentar también las Cartas de
Organismos Internacionales referentes a los asuntos migratorios entre el
concierto de naciones.
Han
llegado incluso a la necedad de calificar de “extraña” la dualidad política y social existente en la isla,
sabiendo que es condición efectiva en este territorio desde antes del
surgimiento de los dos países que la ocupan, porque está hartamente trillado el
hecho histórico de la entrada de los franceses a la isla, como resultado del
descuido de la parte oeste por el gobierno español, luego de las Devastaciones de Osorio. Recordemos que
estas incursiones en la parte occidental, la llevaban a cabo, piratas,
bucaneros y filibusteros, lo que debe llevarnos a intuir que las mismas eran
violentas o por lo menos furtivas.
Estos
hechos históricos están internacionalmente documentados, pues, fueron objeto de
atención en el historial de instrumentos legales internacionales que fue
menester firmar, hasta llegar al reconocimiento definitivo por España, de la
colonia francesa en el año 1777. Veamos los instrumentos a los que se hace
referencia:
El
Tratado de Nimega, mediante el cual se firma la paz entre Holanda,
España y Francia en 1678, y que aunque no hacía ninguna referencia a la
situación fronteriza en Santo Domingo, dio como resultado que se empezara a
sentar las bases para el futuro reconocimiento, pues fue tomado en la isla como
mandato para que en 1680 se dictara un reglamento de convivencia entre los
dominios de ambas coronas, en el cual se designó el Rio Rebouc como línea
fronteriza provisional (aunque
extraoficial, primera división de la isla de Santo Domingo en dos porciones),
mediante la cual tácitamente se le reconocía validez a la ocupación francesa,
no obstante haberla obtenido de forma ilegítima.
El
Tratado de Riswick, fue otro
instrumento firmado entre Francia, España, Inglaterra y las Provincias Unidas
de los Países Bajos, con respecto a la devolución de las ciudades y distritos
conquistados desde Nimega, por el cual, se oficializa además, según muchos
historiadores, la división de la Isla La Española, entre Francia y España el 20
de septiembre de 1697. Realmente lo que hace el Tratado es reponer el estado de
cosas a como se encontraban producto del tratado anterior de Nimega. Todo esto
es producto de la debilidad mostrada por España ante el empuje del poderío
francés de la época.
El Tratado
de Aranjuez se firmó en el mes de junio del año 1777, es
resultado de un largo período de negociaciones que se llevaron a efecto durante
gran parte de todo el siglo XVIII, negociaciones estas, bajo un régimen de
cordialidad producto de la familiaridad existente entre las monarquías de ambas
coronas. Entre las últimas y más importantes de estas negociaciones, que
resultaron en acuerdos, y que sirvieron de base para el Tratado de Aranjuez,
fueron los provisionales de 1773 y 1776 entre el Capitán General de la parte
española, y los gobernadores de turno de la parte francesa, en esos años. Este
tratado fue considerado como una solución al conflicto territorial con carácter
de perpetuidad.
Pero
más adelante habría de comprobarse que en realidad los problemas fronterizos
entre la colonia española y la parte usurpada por Francia apenas
comenzaban, y así continuarían -ya
existentes los pueblos haitiano y dominicano- las incursiones y ocupaciones
territoriales a la parte Este, violenta e ilegítimamente.
Continuará…..
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