Conocida es por nuestros lectores, nuestra
actitud crítica, a veces incisiva, ante las iniciativas y proyectos estatales,
sobre los cuales entendemos que no han tenido acierto. Ese es el caso de la
decisión de premiar a quien se ubicó en el bando contrario a la Patria de
Duarte y a sus intereses, el escritor peruano nacionalizado español Mario
Vargas Llosa, en su artículo titulado “Los
Parias del Caribe”, quien, al enterarse del premio, lo catalogó de
increíble, ilógico, inconcebible (pensó que el jurado que lo otorgó estaba
loco). Entiendo como una afrenta al Pueblo Dominicano la concesión del
galardón.
No obstante, soy de parecer, que debemos
reconocer cuando las acciones gubernamentales van encaminadas hacia el bien de
la colectividad. Es por esto que saludamos la celebración en nuestra ciudad
capital de la XIX Feria Internacional del Libro, Santo Domingo 2016, celebrada
del 19 de septiembre al 2 de octubre, en su ya acostumbrada localidad de La
Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte. Creo que es un acto de civismo y actitud
patriótica participar y apoyar esta actividad cultural (como lo hemos hecho),
sin dejar de expresar nuestra oposición a la desagradable premiación.
Con la difusión de la lectura y la capacidad
de leer y escribir, las poblaciones del mundo han tenido acceso a la
comprensión del desarrollo de las civilizaciones. La lecto-escritura viene a ser herramienta idónea que ayuda al
desarrollo de los pueblos, sin la cual, se haría difícil proporcionarnos una
vida de bienestar.
No tener acceso a esta herramienta, se
convierte en una gran injusticia que aparta a los individuos, de las
oportunidades existentes para el progreso. De ahí que, llevando estas
condiciones al plano colectivo, nos traería como resultado, sociedades
desvalidas ante las acciones engañosas, favoritismos, y abusos; condiciones que
se oponen al logro de Estados democráticos y de derechos, y que acrecientan la
marginación y exclusión social. De igual manera, por medio de la lecto-escritura, podemos entender ese
proceso de evolución social de nuestros pueblos, que va dando forma a nuestra
identidad y que nos permite una plena comunicación con el ambiente que nos
rodea y nos hace reconocernos y acercarnos entre individuos que tenemos un
mismo origen, es lo que conocemos como cultura.
Luego del amargor que nos dejara el
desacertado e inoportuno premio, otorgado en la pasada gestión del Ministerio
de Cultura, nos encontramos con esta versión de la FIL, que ha sido como han
dicho sus organizadores “Una verdadera fiesta de la lectura, y tiempo de los
libros”, hemos vivido el nuevo concepto organizacional del evento. Gracias a
Dios, ya no tenemos allí aquellas tarimas con música estridente que desentonaba
con el proceso de difusión de nuestra cultura y el fomento de la lecto-escritura. Tampoco nos encontramos
en esta ocasión con la infinidad de tarantines vendiendo todo tipo de frituras
y bebidas que veíamos en veces anteriores, sino que los protagonistas han sido
los libros, los talleres literarios, y actividades culturales relacionadas a
estos.
La dedicatoria de la FIL de este año ha sido
a la insigne poeta y educadora Salomé Ureña de Henríquez, figura central de la
poesía lírica del siglo XIX en el país, en la que el patriotismo era su sello
principal. A ella y a sus desvelos por el futuro de la patria se le dedicó un
Pabellón donde por 14 días se presentaron los más laureados poetas y escritores
nacionales enalteciendo los valores patrióticos, culturales y sociales que
fueron siempre su mayor preocupación. Aplaudimos tal iniciativa.
Todos los días, desde el pasado 20 de
septiembre, se daba apertura a la feria con un acto de inauguración de una de
las calles que comunican toda el área ferial, dedicándola a un escritor o
escritora, poeta, lingüista, educador o dramaturgo destacado; hubo allí
pabellones muy interesantes en los que se puso de relieve la literatura
vernácula, como el Pabellón de Autores Dominicanos; El Bulevar de la Décima
Dominicana; Pabellón Libro-Cocina “Sabores Dominicanos”; entre otros de no
menor importancia. Un pabellón de significación muy especial fue el llamado
“Feria Infantil”, dedicado a los niños.
Se destacó de manera particular todo lo
nacional, pues, la República Dominicana fue el país invitado de honor, además,
el tema del programa ferial fue “La
Diáspora Dominicana”, aunque también participaron unos 16 países invitados.
De igual manera en todos los pabellones y espacios culturales, durante toda la
duración de la feria se dictaron charlas, talleres literarios, y conversatorios
que fueron todos de gran atracción para lectores y compradores, aunque los
libreros y algunas editoriales han expresado que sus ventas no han sido las
mejores.
Finalmente, fuera de lo puramente comercial
(que a decir de las editoriales y las librerías, es su principal objetivo), la
FIL. se constituyó en un espacio para la promoción efectiva de la lectura, la cultura,
y la educación; con buena dirección y supervisión de las autoridades del sector
cultural responsables de su realización.
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